Lagunas de la Albuera (parte I)

Avefría sobrevolando la dehesa.

Los que amamos el campo y la naturaleza y vivimos en una gran ciudad (como es mi caso), estamos deseando que llegue un puente o un fin de semana largo para escapar del cautiverio de la urbe.

El pasado puente de los Santos estuvimos en mi pueblo, Fuente del Maestre en la provincia de Badajoz.

Llegamos de noche tras soportar un gran atasco. Una vez allí todo es diferente; se olvidan las prisas, dejas a un lado el estrés, ves la vida de otra manera... Por la mañana era tal el mono de aves y de sacar la cámara que me subí a la azotea de casa a ver si veía aunque fuera un gorrión.

Gorrión macho.

 Allí estuve un ratito observando el ir y venir de estas y otras pequeñas aves, además de algún estornino

Este no sé qué especie es.

Estornino en el tejado.

Después salimos a dar una vuelta y a comprar productos de la tierra como aceite, vino o productos ibéricos.

Ya por la tarde nos acercamos a las lagunas de la Albuera. Una vez allí lo primero que vimos fue el paisaje desolado tras el incendio que hubo la semana anterior, ¡menos mal que íbamos avisados!. Tras andar un ratito nuestros sentidos se empezaron a despertar

Íbamos buscando ver grullas y empezamos a escuchar su inconfundible sonido, sobrevolaban la laguna un trío de ellas.

Nos quedamos en una orilla tapados con la red de camuflaje y observamos varias cigüeñuelas y avefrías

Después seguimos caminando en busca de otras especies. Me volví a acercar a la orilla esta vez reptando.

Lavandera blanca.

Observamos un juvenil de flamenco tras nuestro asombro ya que no imaginábamos observarlo allí.

La tarde se truncó un poco debido a la maquinaria de labranza y el ruido que generaban, haciendo volar a la mayoría de las aves.

Avefrías y ánades huyendo.

Curioso vuelo del flamenco sobre la dehesa.

Trío de cormorán grande.

En las orillas de la laguna Grande había cantidad de garzas reales, parecía que estaban "plantadas".
Habíamos quedado con un bloguero: Jerónimo Milán, cuando la tarde estaba llegando a su fin, sonó mi móvil, era él que había podido escaparse para conocernos. A lo lejos aparecía junto a sus dos escuderos: Jorge y Jaime, sus dos pequeños de 4 y 8 años. Estuvimos un rato allí hablando de aves, de estrellas, de la tierra ...
Jorge nos dio una lección de conocer especies, ¡se las sabía todas!, Jaime descubrió el cascarón de un huevo.  Al despedirnos, mientras disfrutábamos de los preciosos atardeceres que se ven allí , el sonido de cientos de grullas nos hizo girar nuestras cabezas de nuevo hacia la lagunan para disfrutar de este maravilloso espectáculo. Al fin aunque no las tuvimos cerca las pudimos observar.

Pésima foto debido a los nervios y a la poca luz.

Atardecer extremeño.

Aunque así fue el fin de este día, fue sólo el comienzo de un puente inolvidable y de una gran amistad.